Tanatoestética: una profesión sorprendente

La tanatoestética es una profesión bastante atípica, y cuya existencia pocos conocen.  La función principal de todo aquel tanatopractor que se precie es la de acicalar y maquillar al difunto para que esté presente un aspecto natural y que sobre todo se aleje de la inquietante figura de una persona muerta. Con este proceso se busca que las personas allegadas al difunto guarden una última imagen adecuada del mismo al descansar en paz.

 

El «cliente» por así decirlo es una persona muerta, por lo que lo primero que deberás de tener en cuenta es que si quieres dedicarte profesionalmente a la tanatoestética deberás de tener estómago para ello. No ser una persona muy delicada o escrupulosa, fácil de impresionar, etc. Ya que entonces te será imposible realizar tu trabajo. No todo el mundo es capaz de soportar el tratar con los muertos.

 

 El arte de la tanatoestética se basa en embellecer al difunto de diversas formas (peinándolo, maquillándolo, vistiéndolo, etc.) para poder ser presentarlo así en sociedad a sus familiares, amigos cercanos, etc. Que lo velen una última vez para darle el adiós definitivo en el tanatorio tal y como lo conocían anteriormente en vida.

Este oficio es bastante antiguo. Tanto es así, que los primeros indicios de tanatopractores los encontramos en la antigua civilización Griega, siendo estos los primeros en tratar el cuerpo de un difunto y prepararlo así para su paso al más allá. Esto es algo que puede verse de forma fehaciente en los distintos grabados de pirámides y otras estructuras de la zona, así como por antiguos papiros y escritos varios pertenecientes a dicha civilización que se han podido recuperar. Precisamente, el origen de la palabra evidentemente está relacionado con la muerte en lengua griega (tanato), y la parte de «estética» adula directamente a la conservación del difunto, ofreciendo una imagen del mismo mucho más delicada y cercana a su aspecto en vida.

 

Para muchos, existen una enorme cantidad de motivos muy desagradables por los que les sería prácticamente imposible desempeñar las funciones diarias de un tanatopractor. Es por este motivo que sorprende la enorme demanda de puestos de trabajo que existen en este sentido. Cada vez más personas quieren dedicarse a la tanatoestética de forma profesional.

Todo técnico en tanatoestética que se precie trabaja en un entorno concreto, el cual evidentemente deberá de estar totalmente equipado como para permitirle llevar a cabo su labor sin interrupciones ni desperfectos de última hora. Comúnmente, son salones muy bien iluminados, y con una temperatura fría (ayuda a la conservación del fallecido). Además, disponen de una camilla acolchada con almohadas donde tumban a la persona muerta para pasar así a su preparación. Ahí es donde entran en escena útiles tales como el corrector, bases de maquillaje variado, así como pintura de labios, uñas, compactos, etc. Y que conforman el equipo indispensable en todo entorno de trabajo de un profesional en tanatoestética. Es también necesario contar con otro tipo de materiales de limpieza y aseo tales como esponjas, cepillos, brochas, secadores… para limpiar y evitar las manchas. También existen materiales muy peculiares como diversos elementos químicos utilizados para camuflar la palidez típica de un cuerpo sin vida.

Con estos materiales el tanatopractor deberá de realizar también suturas, afeitados, taponados de orificios, etc. Todo esto en pos de realizar la mejor desinfección y limpieza del cuerpo que sea posible, ya que esta es precisamente la función de todo aquel que quiera dedicarse a la tanatoestética de forma profesional.

 

El trabajo de tanatoestética debe de seguir un delicado proceso de desarrollo, el cual por supuesto incluye un contacto especial y cercano con los familiares y personas allegadas del difunto a tratar, los cuales pueden llegar a tener ciertas peticiones a la hora de maquillar y embellecer su cuerpo para así poder presentar sus respetos. Al fin y al cabo, ellos eran realmente quienes le conocían, por lo que pueden guiarte con respecto al tipo de peinado que utilizaba, si solía llevar barba o no, entre otras muchas cosas. Para realizar un trabajo mucho más cercano a la realidad, también se suele apoyar esta información con imágenes del mismo.Todo lo que sea necesario como para ofrecer a sus amigos y familiares la mejor imagen del fallecido antes de decirle un último adiós.

 

Otra petición especial suele ser la de incluir dentro del féretro junto al difunto alguno de sus artículos personales más icónicos, los cuales normalmente guardan algún tipo de significado y/o valor sentimental ya sea para él o para los propios parientes.

Cualquier profesional puede hacer el «trabajo de campo» habitual de embellecer y preparar el cuerpo del fallecido, pero saber tratar con los familiares y cumplir con sus exigencias (siempre en la medida de lo posible) es una seña inequívoca que tan solo muestran los más expertos tanatopractores, así como una forma de mostrar respeto por la muerte del susodicho a todos y cada uno de los conocidos allí presentes para presentarle sus respetos. Por tanto, aquel que quiera aprender tanatoestética deberá saber lidiar también con este tipo de situaciones tan sensibles, no solo centrándose en el hecho de maquillar y preparar al muerto, sino también mediando con las peticiones y los sentimientos de sus parientes.

 

Modificar la estética general de un cuerpo sin vida suele ser bastante complicado. Tanto es así, que el proceso puede llegar a durar varias largas horas, dependiendo sobre todo de la muerte que este haya tenido y, evidentemente, del estado en el que se encuentre el cuerpo. Esto es muy importante, ya que si por causas del fallecimiento la figura del difunto se ha visto comprometida de alguna forma, se dificultará y mucho los arreglos necesarios como para conseguir recuperar lo máximo posible, y ofrecer una imagen sin desperfectos del mismo.

 

Ejercer la tanatoestética no es moco de pavo. A los impedimentos ya enunciados relacionados con el manejo y el tratamiento de cuerpos pertenecientes a personas muertas (una situación que las personas más aprensivas no podrán sobrellevar) se le suma el hecho de que, en multitud de ocasiones, los cadáveres no se encuentran en las mejores condiciones posibles que digamos. Lo cual dificulta enormemente su recuperación. Caídas, quemaduras o tumores en la cara son algunos de los contratiempos más comunes en este trabajo, y que influencian directamente en la dificultad de trabajar en dicho sector.

Para este tipo de situaciones, el profesional encargado de ejercer la tanatoestética deberá utilizar yeso o cera para modelar las partes menos agraciadas y darles la forma y el aspecto natural con el que todos puedan lidiar, evitando una imagen desagradable para sus familiares y allegados. En la mayoría de los casos, este tipo de «modificaciones» ni siquiera se perciben, y todo ello gracias a la habilidad del profesional en cuestión.

Fuente: https://www.revista-anales.es